1. “Fumo porque quiero”
Muchos fumadores
creen que la decisión de comenzar a fumar fue una elección libre e informada,
pero la realidad más habitual no coincide con esa percepción. Suelen hacerlo –antes
y ahora– para parecer modernos, maduros, adultos, independientes, esbeltos,
sofisticados… En ocasiones, también por inadaptación familiar, inseguridad y
timidez.
Fumar es un
hábito y, a menudo, una adicción, que debe ser entendido como un proceso vital
que habitualmente comienza entre los 12 y los 14 años de edad, es decir,
bastante antes de tener la capacidad psicológica y legal para decidir. Las
decisiones importantes de la vida no deberían tomarse antes de la adolescencia.
Ahora no hay duda de que encender el primer cigarrillo o dar la primera calada –a
primera vista, acciones banales–, es decir, la decisión de comenzar a fumar,
tiene consecuencias negativas de gran alcance.
2. “Fumo porque me gusta”
La mayoría de
los fumadores pronuncian, en un momento u otro, esta frase. Es posible, pero no
es realmente lo más habitual. La mayoría de los fumadores admiten que su
primera experiencia con el cigarrillo fue muy desagradable y que tuvieron que
hacer esfuerzos para acostumbrarse a fumar. Allen Carr decía que a él también
le gustaba mucho la langosta pero no iba todo el día con 20 langostas colgadas
al cuello. El 70% y el 80% de los fumadores confiesan que les gustaría dejar de
fumar y casi todos prefieren que sus hijos no lo sean. Por eso sólo un escaso
porcentaje está convencido de verdad de que les gusta. De hecho, uno de cada dos
fumadores consigue dejar de fumar a lo largo de su vida, pero muchas veces tras
varios intentos.
3. “Todo el mundo sabe que fumar es malo”
Pese a los
esfuerzos que se han empleado en explicar a los fumadores los riesgos para la
salud implícitos en su conducta, el objetivo sólo se ha logrado a medias.
Deberíamos recordar que los pacientes grandes fumadores (más de 2 paquetes al
día) no son muy conscientes, puesto que no perciben realmente un riesgo
personal de tener un infarto o de desarrollar algún tipo de cáncer. Es decir,
muchos fumadores continúan negando que exista una amenaza seria para sus
propias vidas y si acaso piensan que es un peligro…pero para los demás
fumadores.
El conocimiento
de determinados sectores de la población acerca de los riesgos asociados con el
consumo de tabaco es, en el mejor de los casos parcial, ya que la información
sobre ellos es limitada.
4. “Las drogas ilegales son más peligrosas”
En todo el
mundo, el tabaco provoca una mortalidad mucho mayor que la que se atribuye al
uso del alcohol y las drogas ilegales en su conjunto. En el año 2000, el tabaco
mató a más de 4 millones de personas en el mundo, el alcohol a cerca de 2
millones, mientras que a las drogas ilegales se les atribuyen aproximadamente
200.000 muertes.
Está comprobado
que el tabaco es la puerta de entrada por la que los jóvenes se introducen en otras
drogas. La media en que se comienza a experimentar con la nicotina es, en España,
la de 13 años. La segunda sustancia potencialmente adictiva que comienzan a
consumir precozmente los jóvenes es el alcohol, en este caso, a los 14 años,
según las últimas estadísticas.
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