lunes, 12 de octubre de 2015

Tics o movimientos involuntarios

Los tics son los movimientos involuntarios anormales más frecuentes en el niño y uno de los más prevalentes en el adulto. Pero su importancia no reside únicamente en este hecho, sino en su carácter «semiinvoluntario», en su parentesco con conductas motrices peculiares de cada individuo, como son los manierismos, y en su frecuente asociación con trastornos neuroconductuales también de elevada prevalencia, como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y el trastorno obsesivo-compulsivo, con lo que, por todo ello, puede afirmarse sin exagerar que los tics desbordan el marco conceptual de la patología del movimiento. Limitarse a considerar los tics únicamente sobre la base de su fenomenología motriz y fónica sería un error reduccionista con consecuencias negativas, sobre todo en su manejo terapéutico.


Posiblemente las primeras nociones que tenemos de los tics en medicina moderna daten de principios del siglo xix, cuando Bouteille diferencia algunas «muecas faciales» de los movimientos coreicos y los denomina «falsas coreas». Hitos significativos en su conocimiento han sido la descripción por Gilles de la Tourette (1885) del trastorno que lleva su nombre, el hallazgo de la eficacia terapéutica del haloperidol, lo que apoyó con fuerza su base biológica, y el reconocimiento de su frecuente asociación con otros trastornos neuroconductuales.


La palabra tic se usa para designar tanto un signo como un trastorno. Como signo, los tics son movimientos o vocalizaciones repetitivos, estereotipados, involuntarios, bruscos, inoportunos, intempestivos, no propositivos y absurdos. Son bastante fáciles de reconocer, pero bastante difíciles de describir.


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