El manejo de los tics en general no es simple. Es preciso identificar los tics (tipo, cronicidad, intensidad, localización), clasificar el tipo de trastorno (transitorio, crónico simple, etc.), delimitar los trastornos asociados, determinar el impacto que tanto los tics como los trastornos asociados causan sobre el individuo, definir qué síntomas requieren tratamiento y decidir qué profesionales han de participar en él. Esto requiere contemplar al individuo como un todo, no sólo como alguien con tics. Se necesita la colaboración del sujeto y, especialmente si se trata de un niño, de la familia, con el fin de reconstruir la historia del proceso, los factores que empeoran o mejoran los síntomas y, sobre todo, el funcionamiento del individuo.
No disponemos de un buen medicamento antitic. Esto debe quedar bien claro tanto para el paciente y su familia como para el médico. Ninguno de los medicamentos de los que disponemos es totalmente efectivo en una fase aguda. La mayoría de los medicamentos requieren un uso prolongado. Además, no están exentos de potenciales efectos secundarios importantes.
Se han utilizado dos tipos de medicamentos para el tratamiento sintomático de los tics: neurolépticos típicos y atípicos y agonistas a2-adrenérgicos.
Se han utilizado dos tipos de medicamentos para el tratamiento sintomático de los tics: neurolépticos típicos y atípicos y agonistas a2-adrenérgicos.
En los últimos años se ha extendido el uso de neurolépticos atípicos, de los que los más empleados son la risperidona y la ziprasidona. Se ha sugerido que la risperidona (un potente antagonista dopaminérgico y serotoninérgico) es un producto eficaz en las personas con tics y trastorno obsesivo-compulsivo. Algunos autores, prefieren iniciar el tratamiento en personas con sintomatología moderada, con agonistas a2-adrenérgicos, concretamente con clonidina.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario