Interesante video producido por ASAM, de una manera sencilla nos explica cual es la forma de aparición más común de esquizofrenia, evolución y el tratamiento adecuado.
lunes, 28 de septiembre de 2015
Tratamiento psicoterapéutico y psicosocial en Esquizofrenia
Psicoterapia
La palabra psicoterapia designa todos aquellos tratamientos
médico-psicológicos en los que sólo interviene el diálogo terapeuta-paciente (psicoterapia
individual) o diálogos entre pacientes regulados por un terapeuta (psicoterapia
de grupo). Se trata de tratar de hacer comprender a nuestro paciente su
dolencia, cómo debe convivir con ella y enfrentarse a las eventuales crisis que
va a tener, cómo aliviar la angustia que en su interior se despierta y en
definitiva, como utilizar los recursos psicológicos propios y los ajenos
(familia, amigos y compañeros) para lograr el máximo acercamiento a su entorno.
Hoy en día tiene más sentido en lo que a la psicoterapia se refiere para
las esquizofrenias, hablar de técnicas de modificación de conducta
o de modelos
de creación de hábitos, que no son otra cosa que métodos por los cuales
se enseña al paciente y a sus allegados a controlar las crisis, previniéndose
contra ellas con el conocimiento de los síntomas de la enfermedad y con la
habilidad suficiente para expresar a los familiares el estado en que se
encuentra en cada momento para que estos puedan intervenir eficazmente.
Un paciente a quien se le ha enseñado a controlar su tiempo con hábitos y
educado para discernir siquiera moderadamente su estado tiene más posibilidades
de sobrellevar su dolencia y de avisar a sus familiares y terapeutas en el
momento en que las “cosas empiezan a torcerse”.
Tratamientos Psicosociales
En la última década se ha observado lo importancia decisiva de la
integración del paciente con esquizofrenia en la sociedad de la que procede,
siendo muy negativa la discriminación, el aislamiento o el agrupamiento de
pacientes ociosos sin contacto con la realidad.
Es por ello que la corriente “deshospitalizadora” de los últimos años,
sensatamente llevada, tiene como objetivo que el paciente contacte con las
personas “normales” y viva lo más cerca de su entorno natural, todo un elemento
terapéutico de primer orden.
Y es que el hecho frecuente de que le paciente esté en casa sin hacer nada,
o en un hospital sin ninguna actividad, o simplemente sentada en un banco horas
y horas, son elementos negativos para la esquizofrenia. Nuestro paciente debe
estar en movimiento, haciendo cosas, hablando con otras personas, en definitiva,
ocupado.
La terapia psicosocial necesita muchos mecanismos asistenciales que
dependen de las redes sanitarias como hospitales de día, centros de salud
mental, talleres terapéuticos, pisos protegidos, grupos de autoayuda y así un
sin fin de recursos que aun siendo costosos le ahorran a las familias y a la
sociedad muchos sinsabores y desilusiones.
Evolución de la Esquizofrenia
¿Qué ocurre con nuestro paciente desde que empieza la enfermedad hasta el final de sus días?
En primer lugar hay que aclarar que la esquizofrenia es una enfermedad
engañosa que nunca es igual de una persona a otra, porque surge de repente o
lentamente sin motivos, claros que lo justifiquen y va discurriendo en forma de
brotes, es decir, no de un manera continua sino en periodos en que nuestro
paciente está muy mal y entre estos periodos el paciente está “casi normal”,
por ello el pronóstico no es seguro y nadie puede “profetizar” sin riesgo a
equivocarse.
Desde hace muchos años se viene hablando de la llamada regla de los tercio
según la cual un tercio de los pacientes solo tendrán un brote en su vida, otro
tercio pasará por varios brotes y el último tercio persistirá con la enfermedad
activa de manera constante aunque con altibajo y a veces a pesar de la
medicaciones.
También se acepta, en general, que cuanto más grave e intenso es un brote,
más daño hace al paciente y más mermado le deja, de tal forma que puede darse
el caso de un paciente que con un solo episodio esquizofrénico en su vida quede
más incapacitado que otro con varios.
Respecto al estado en que nuestros pacientes quedan, lo que los médicos
llaman el pronóstico, parece haber un consenso por el cual un 25% de ellos,
tras uno o varios brotes quedan muy restablecidos y pueden afrontar los retos
de la vida diaria con satisfacción, otro 25% queda tan mermado que precisa de
forma constante ayuda profesional extrafamiliar y el resto, o sea, el otro 50%
evoluciona de manera inconstante con necesidades irregulares de asistencia
profesional pero, en su mayoría con dificultades para llevar adelante un
proyecto serio de vida, en este grupo la familia es básica.
Esta evolución impredecible y poco homogénea no sólo desconcierta a la
familia, amigos y profesionales, sino que es un hándicap importante a la hora
de recibir ayuda.
Y hay que dejar también muy claro que la evolución de una esquizofrenia va
a depender en gran medida de condiciones sociofamiliares y culturales, en
ocasiones de manera definitiva. En este sentido la esquizofrenia evolucionará
mejor cuanto más apoyo tenga y más rápidamente se instaure éste, con
tratamientos farmacológicos acertados y administrados de manera constante, la
evitación de situaciones de riesgo (alcohol, drogas, estrés), la instauración
de medidas psicorehabilitadoras y de integración, y sobre todo la comprensión,
el cariño y la ayuda de la familia y los amigos, elemento, éste último,
primordial.
jueves, 24 de septiembre de 2015
Síntomas de Esquizofrenia
El gran problema de los síntomas de la esquizofrenia es que la mayoría de
ellos son subjetivos, es decir, dependen de que los refiera el paciente y no
existe forma alguna de comprobarlos de manera imparcial, por lo que sólo la
experiencia de los profesionales y la ayuda incondicional de la familia y de
los amigos puede llegar a definir esta enfermedad.
Por otra parte, la esquizofrenia es una enfermedad que presenta muchos y
variados síntomas pero ninguno es específico de ella sino que pueden
encontrarse también en otras enfermedades mentales.
Los síntomas en la esquizofrenia son de dos grandes tipos: positivos
y negativos y su tipo y frecuencia dependen del momento y gravedad de
la enfermedad. El calificativo de positivo o negativo nada tiene que ver con el
hecho de que sean buenos o malos.
Serían síntomas positivos aquellas manifestaciones patológicas que las
personas “sanas” no experimentan, como las alucinaciones y los delirios, y
estaríamos hablando de síntomas negativos a aquellas
conductas “normales” que el paciente deja de tener por su enfermedad, como no
experimentar sentimientos en determinados casos, no tener voluntad para hacer
algo concreto y sencillo, no tener un pensamiento fluido y coherente y otros
similares.
El que predominen unos u otros síntomas es lo que determina que una
esquizofrenia se clasifique como de un tipo o de otro: esquizofrenia paranoide
cuando predominan los síntomas positivos y esquizofrenia hebefrénica cuando predominan
los negativos.
Es habitual que, con el paso del tiempo, los síntomas de la enfermedad se apacigüen
y casi desaparezcan, quedando el paciente con las “secuelas” de la misma que
consisten en un estado de pasividad, torpeza de pensamiento, abandono del
cuidado de sí mismo y de su casa y sentimientos fríos hacia las personas, pero
sin presentar delirios ni alucinaciones. Se dice entonces que el paciente se
encuentra en una fase residual de la esquizofrenia.
Los síntomas más típicos de la enfermedad y que tenemos que conocer para
poder valorar en que momento y nivel de gravedad está nuestro paciente o
familiar son los siguientes:
a.
Trastornos
del pensamiento: el
pensamiento pierde fluidez y coherencia, resultándole al paciente casi
imposible el concentrarse o el utilizar su mente para operaciones incluso
sencillas, manifestándose en la práctica por el hecho de que el paciente dice
cosas que para los que le rodean no tienen sentido.
b.
Falsas
creencias: son lo que
se denominan delirios; o sea, ideas absolutamente falsas que el paciente ciegamente,
que persisten a pesar de intentar explicárselo al sujeto y que no tienen
explicación. Es el caso de “creerse perseguido por alguien, creer que hablan de
él en los medios de comunicación o en carteles, creer que le miran, que hablan
de él, etc.” es lo que el lenguaje popular ha sancionado con la palabra
paranoide.
c.
Alucinaciones: consisten en percibir cosas, sonidos o
sensaciones que en realidad no existen. Por ejemplo, oír voces (que muchas
veces les insultan y les dan ordenes), ver objetos inexistentes, oler cuando no
huele a nada y tener sabor a algo (que puede interpretarse como que le están
envenenando la comida)
d.
Negación
de la enfermedad: es
uno de los síntomas que más daño hacen al paciente a familiares y
profesionales. Se trata de negar absolutamente que exista la enfermedad, es
decir, carecer de toda conciencia de que se está enfermo.
e.
Cambios
en las emociones: la
afectividad en términos generales da un gran cambio, generándose al principio
alteraciones de las emociones sin motivo con cambios de afecto hacia sus
familiares, amigos y conocidos. El cambio puede acelerarse y llegar casi a la
ausencia de sentimientos que se traslucen en una cara inexpresiva y desinterés
absoluto por cuanto le rodea. También podemos encontrarnos con emociones que
nada tienen que ver con los acontecimientos concretos, como llorar en una
situación feliz o viceversa.
Estos síntomas no tienen por qué darse conjuntamente en todas las personas
con esquizofrenia, ni presentan la misma intensidad en unos y en otros, pero lo
que sí es cierto es que su aparición rompe bruscamente la vida del paciente y
le impide, en un gran porcentaje de casos, llevar una vida normal tal y como la
llevaba antes, hasta que el sujeto tiene un tratamiento y la fase aguda de la
enfermedad remite.
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