La Asociación Americana de Psiquiatría define el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH)
como un desorden de inicio en la infancia, caracterizado por la presencia de un
patrón persistente de desatención, hiperactividad o impulsividad, el cual es
más frecuente y grave que lo observado en personas con similar nivel de
desarrollo; los problemas deben aparecer antes de los 7 años, tienen que
interferir con la actividad académica, social, o familiar del niño y no pueden
explicarse mejor por la presencia de otra enfermedad.
Hemos escuchado
muchas veces estos términos al hablar sobre este trastorno en niños… ¿pero? ¿Cuántas
veces no hemos escuchado al mismo tiempo que “los niños son asi” “hay niños que
son intranquilos” “es normal que un niño sea inquieto? Para aclarar estas y
otras dudas vamos a definir y ejemplificar cada una de las características anteriores
para ves si se aplican en un niño “normal” o no:
Desatención o inatención
Los niños con inatención
tienen muchas dificultades para realizar una misma actividad durante mucho
tiempo. Se aburren enseguida tras unos minutos haciendo la tarea, «se les va el
santo al cielo)) y empiezan a pensar en otras cosas. El hecho de no fijarse
bien hace que cometan errores académicos en materias que podrían dominar.
Tienen que hacer un esfuerzo extra para terminar acciones rutinarias y mantenerse
organizados. SI no se esfuerzan, se distraen fácilmente con cualquier estímulo
que se cruza en su camino, «se distraen con una mosca». A veces se plantean
dudas sobre si estos niños tienen una buena audición porque puede parecer que
no escuchan. Suelen olvidar el material necesario para cada tarea y también perder
objetos personales (material escolar, ropa, abono de transporte.)
Resumiendo: “está en todo y
no está en nada”
Hiperactividad
Los niños con hiperactividad
están en movimiento constante, tienen muchas dificultades para permanecer
sentados durante mucho tiempo en situaciones que lo requieren (en clase,
durante las comidas, en la iglesia, viendo la televisión, etc.) Se levantan,
merodean sin sentido, les resulta imposible aguantar una clase entera sentados
y quietos. En clase suelen molestar a los compañeros porque cuando están
sentados se mueven mucho en la silla, enredando con pies y manos, cambiando de
postura, tocándolo todo y con frecuencia las cosas se les caen al suelo. Suelen
hablar sin parar, son ruidosos, y cuando están sentados dan golpecitos en la mesa
o canturrean. En los niños más pequeños es frecuente que los padres comenten que
siempre tienen que estar pendientes para que no se suban o trepen a cualquier
objeto o sitios peligrosos (árboles, columpios altos), de hecho suelen tener
más accidentes que otros niños de su edad.
Resumiendo: “es como el
conejito al que no se le acaban las baterías”
Impulsividad
Los niños impulsivos tienen
dificultades para inhibir o modular sus respuestas o reacciones inmediatas ante
las situaciones es decir, les resulta difícil no hacer lo primero que les
apetece o se les ocurre. No piensan en las consecuencias de sus actos y
directamente hacen o dicen lo primero que piensan, lo que se les pasa por la
cabeza. Por ello en la clase responden sin pensar realmente lo que se les está preguntando,
a veces incluso antes de
que el profesor haya terminado de pronunciar la pregunta. Dicen comentarios
Inapropiados sin preocuparse por la reacción de la otra persona, por ejemplo,
en clase dicen «vaya tontería» en alto tras un comentario del profesor,
lo que les acarrea un castigo o punto negativo.
Resumiendo: “simplemente actúan
y luego sufren las consecuencias”
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