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miércoles, 29 de julio de 2015

Tratamiento adecuado del trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH)



El tratamiento del trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) debe ser multidisciplinario, de forma que incluya:

  •  Educación individual y de la familia 
  •  Asesoramiento individual y familiar
  •  Programas de tratamiento conductual 
  •  Fármacos apropiados.




Cada una de estas estrategias precisa trabajar directamente con la familia y con la escuela, de modo que diferentes profesionales se encargarán de cada una de estas necesidades.

Después de perfilar un cuadro completo del niño o adolescente, se desarrollará un plan de tratamiento que incida en cada uno de los problemas identificados. Por ejemplo, podría establecerse el siguiente plan terapéutico:

1. Una reunión con los padres para revisar las impresiones clínicas y el plan de tratamiento propuesto. Si es necesario, puede programarse después una sesión con la familia. 
2. Un ensayo con metilfenidato, empezando con 5 mg tres veces al día. 
3. Una reunión con los profesionales del centro escolar para revisar las necesidades de educación especial del niño y para desarrollar las adecuaciones pertinentes. 
4. Terapia cognitivo-conductual para tratar la ansiedad. Más adelante puede prescribirse un fármaco ansiolítico.


Existen muchísimas más opciones y depende del paciente como de la situación del mismo como se aplican, el de arriba es solo un ejemplo, pero en el ejemplo anterior podemos darnos cuenta que abarcamos todas las áreas más importantes de la atención del niño para que pueda recibir un tratamiento adecuado, tomando en consideración tanto a la familia, el niño y la escuela.



¿Por qué es tan controversial el trastorno de déficit de atención e hiperactividad en los niños?

¿Existe controversia? 


Parece que en el ámbito de los profesionales y de la investigación existe muy poca controversia en este momento. Sin embargo, en la prensa pública ésta es mayor. En la comunidad científica, varios aspectos del TDAH han generado polémica durante los últimos 30 años, por lo menos. Un área de debate tiene que ver con el establecimiento del diagnóstico. No existen parámetros estrictos ni biológicos para realizar el diagnóstico y no podemos emplear estudios de laboratorio ni radiológicos para confirmarlo. Éste, como el de otros trastornos mentales, implica realizar una historia y llevar a cabo una reevaluación de la conducta.
En este momento, el debate sobre qué criterios conducirán al diagnóstico de un TDAH ha dado lugar a un acuerdo general.


El actual debate sobre el TDAH en la comunidad médica y de investigación es mínimo y está muy centrado en detalles sutiles del proceso diagnóstico y del programa de tratamiento. En cambio, se han librado batallas informativas cada vez más encendidas y batallas campales legales, sobre todo por parte de grupos tales como la Iglesia de la Cienciología, que pretende etiquetar de mito la idea del TDAH como enfermedad y considerar como una forma de control mental el consumo de estimulantes por parte de estos niños. Los medios de comunicación han tratado este tema de una forma tan sensacionalista y los medios  electrónicos e impresos se han referido a ellos tan ampliamente que han provocado ansiedad y confusión en el público en general.



Las cuestiones legítimas que se desprenden de los estudios científicos deben ser separadas de la información abstracta, distorsionada o incorrecta de otras fuentes. Debería señalarse cuál es la fuente de las declaraciones controvertidas. Por ejemplo, ¿se han hecho estas declaraciones en un artículo científico, en el periódico, o en un programa televisivo?  ¿Procede esta información de Internet? Recordemos que cualquiera puede tener una página Web y colgar todo lo que desee en ella, sin que el material haya sido editado o revisado.




martes, 28 de julio de 2015

¿Qué sucede si no atendemos a un niño con hiperactividad o déficit de atención?

Evolución del TDAH en la adolescencia y la vida adulta.


La evolución del TDAH con la edad es variable; hace unas décadas se pensaba que era un trastorno propio de la infancia, y que el TDAH «desaparecía» al crecer el niño y entrar en la adolescencia Hoy sabemos que algunos síntomas, como la hiperactividad (correr, saltar, levantarse en clase, no parar... ) disminuyen en intensidad al crecer el niño. Sin embargo, otros como la inatención (despistes, olvidos, desorganización, perder cosas, no acabar tareas) y la impulsividad (hacer las cosas sin pensar, interrumpir...), no disminuyen con la edad sino que siguen causando problemas significativos. Es cierto que en algunos casos los síntomas se reducen hasta un nivel que no causan problemas; sin embargo, también es cierto que un porcentaje alto de niños con TDAH seguirá teniendo síntomas de TDAH en la adolescencia y también cuando sean adultos.


  • Respecto al rendimiento escolar y académico, los estudios disponibles indican que cuando llegan a la edad adulta, los niños con TDAH tienen un nivel académico menor, han tenido peores notas y más asignaturas suspendidas a lo largo de su educación, y han repetido curso más veces que los adultos que no han tenido TDAH en su infancia.
  • En sus relaciones sociales, cuando llegan al final de la adolescencia, los niños con TDAH tienen de media menos amigos y los amigos que tienen les duran menos tiempo, tienen menor autoestima, y peor ajuste social.
  •  Además, respecto a su rendimiento y satisfacción laboral, los adultos que han tenido TDAH, como media tienen trabajos peor remunerados y por debajo de su potencial o capacidad, tienen mayor frecuencia de despidos, han cambiado más veces de trabajo, y son peor valorados por sus jefes y compañeros. Esto se debe principalmente a su impulsividad, que sigue dificultando las relaciones sociales. 
  • Le resulta difícil trabajar de forma independiente, todavía hay que estar encima de él para que acabe sus trabajos Es más susceptible de tener comportamientos arriesgados (fumar, beber, usar drogas, tener accidentes, actuar impulsivamente, etc.)

 


En resumen, el TDAH no es un problema que se pasa con el tiempo solamente esperando a que crezca el niño.



lunes, 27 de julio de 2015

¿Es mi hijo hiperactivo o tiene déficit de atención?

La Asociación Americana de Psiquiatría define el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) como un desorden de inicio en la infancia, caracterizado por la presencia de un patrón persistente de desatención, hiperactividad o impulsividad, el cual es más frecuente y grave que lo observado en personas con similar nivel de desarrollo; los problemas deben aparecer antes de los 7 años, tienen que interferir con la actividad académica, social, o familiar del niño y no pueden explicarse mejor por la presencia de otra enfermedad.

Hemos escuchado muchas veces estos términos al hablar sobre este trastorno en niños… ¿pero? ¿Cuántas veces no hemos escuchado al mismo tiempo que “los niños son asi” “hay niños que son intranquilos” “es normal que un niño sea inquieto? Para aclarar estas y otras dudas vamos a definir y ejemplificar cada una de las características anteriores para ves si se aplican en un niño “normal” o no:


Desatención o inatención


Los niños con inatención tienen muchas dificultades para realizar una misma actividad durante mucho tiempo. Se aburren enseguida tras unos minutos haciendo la tarea, «se les va el santo al cielo)) y empiezan a pensar en otras cosas. El hecho de no fijarse bien hace que cometan errores académicos en materias que podrían dominar. Tienen que hacer un esfuerzo extra para terminar acciones rutinarias y mantenerse organizados. SI no se esfuerzan, se distraen fácilmente con cualquier estímulo que se cruza en su camino, «se distraen con una mosca». A veces se plantean dudas sobre si estos niños tienen una buena audición porque puede parecer que no escuchan. Suelen olvidar el material necesario para cada tarea y también perder objetos personales (material escolar, ropa, abono de transporte.)

Resumiendo: “está en todo y no está en nada”


Hiperactividad


Los niños con hiperactividad están en movimiento constante, tienen muchas dificultades para permanecer sentados durante mucho tiempo en situaciones que lo requieren (en clase, durante las comidas, en la iglesia, viendo la televisión, etc.) Se levantan, merodean sin sentido, les resulta imposible aguantar una clase entera sentados y quietos. En clase suelen molestar a los compañeros porque cuando están sentados se mueven mucho en la silla, enredando con pies y manos, cambiando de postura, tocándolo todo y con frecuencia las cosas se les caen al suelo. Suelen hablar sin parar, son ruidosos, y cuando están sentados dan golpecitos en la mesa o canturrean. En los niños más pequeños es frecuente que los padres comenten que siempre tienen que estar pendientes para que no se suban o trepen a cualquier objeto o sitios peligrosos (árboles, columpios altos), de hecho suelen tener más accidentes que otros niños de su edad.


Resumiendo: “es como el conejito al que no se le acaban las baterías”


Impulsividad


Los niños impulsivos tienen dificultades para inhibir o modular sus respuestas o reacciones inmediatas ante las situaciones es decir, les resulta difícil no hacer lo primero que les apetece o se les ocurre. No piensan en las consecuencias de sus actos y directamente hacen o dicen lo primero que piensan, lo que se les pasa por la cabeza. Por ello en la clase responden sin pensar realmente lo que se les está preguntando, a veces incluso antes de que el profesor haya terminado de pronunciar la pregunta. Dicen comentarios Inapropiados sin preocuparse por la reacción de la otra persona, por ejemplo, en clase dicen «vaya tontería» en alto tras un comentario del profesor, lo que les acarrea un castigo o punto negativo.

Resumiendo: “simplemente actúan y luego sufren las consecuencias”